20080216

El dilema del buen samaritano

La vida es agridulce: tiene sus momentos buenos y también sus malos. Algunas veces, estos últimos se tornan los más frecuentes y poco a poco drenan toda la alegría que podíamos haber tenido. En estos casos, pocas cosas ayudan más que contar con un buen amigo.

Y no se trata de que ese buen amigo vendrá a solucionar todos los problemas que nos aquejen. La mayoría de ellos ni siquiera tendrán solución o escaparán de nuestro control, pero es que simplemente el hecho de poder hablar con alguien que nos apoya, que nos entiende, que ha pasado por lo que estamos pasando o que al menos nos conoce lo suficiente para saber cómo nos estamos sintiendo; ya nos ayuda muchísimo. Si además, esa persona nos puede dar un buen consejo, pues mejor todavía.

También habrá ocasiones en las que somos nosotros quienes tenemos que servirle de apoyo a alguien más. Ser ese buen amigo para otra persona. Y es aquí donde se me presenta una duda. ¿Qué pasa cuando sabemos que alguien cercano a nosotros pasa por un mal momento, pero no nos pide ayuda? Algunas veces, por mucho que querramos arreglar al mundo, puede caer muy mal la ayuda no solicitada que le deseamos brindar a un amigo. ¿Qué es lo correcto: respetar el espacio de los demás aunque eso signifique ver cómo se hunden en sus tribulaciones, o intervenir y auxiliarlos sin el consentimiento de ellos?

He allí el dilema.

20080215

Besos náufragos

La noche se ha quedado sin estrellas.
Una densa bruma a todo rodea.
¡Qué difícil navegar a través de la nostalgia!
Y tropezar con cada dulce momento vivido,
los fragmentos de un "te quiero" oxidado
atormentados por lo que pudo haber sido.

Mil besos naufragan en un océano abatido,
mientras yo trato de no sumergirme en la tristeza.
Miro al cielo y nada veo.
Tan sólo me guía el aroma de un sueño.
Una ilusión que huele a esperanza.
¿Quién sabe hacia dónde me lleva?

Remo sin cesar hacia lo incierto.
Sigo la pista de una tímida luna,
pequeña gran supernova de un universo sin brillo,
mas todo es difuso más allá de la penumbra,
donde el norte podría ser el sur,
y luego de nuevo el norte.
Y yo podría estar feliz,
o tal vez, algo triste.