20051217

La Excusa Perfecta

Toda la familia estaba reunida celebrando con alegría que era Nochebuena, pero Marcos no. Era extraño, porque ese niño era uno de los que más entusiasmo tenía cada diciembre. “¿Qué le pasará a Marcos?”, se preguntaban sus padres y sus tías cada vez que lo veían sentado y apesadumbrado viendo cómo se divertían los demás. No entendían lo que le sucedía al triste niño. Desconocían por completo lo que le había ocurrido a comienzos del mes en curso.

En esos días, el niño no podía ocultar su emoción por la proximidad de la Navidad. Contaba las horas y los segundos que faltaban para que la ansiada Nochebuena llegase. Con ella, sabía que vendría también el “Niño Jesús” a traerle su regalo. Un camión de bomberos era lo que había pedido este año. Para él, el “Niño Jesús” era lo máximo, mucho mejor que ese viejo gordo vestido de rojo que les llevaba los regalos a algunos de sus amigos. Uno de sus compañeros, que había vivido un tiempo en España, vivía porfiándole que los Reyes Magos eran mejores por ser tres, pero Marcos siempre le replicaba que los Reyes no le gustaban porque eran muy lentos viajando en camello y que por eso llegaban tan tarde en enero.

Lo cierto es que Marcos vivía muy orgulloso del divino personaje que cada Navidad lo premiaba con obsequios, pero un día -un aciago martes de la primera semana decembrina- escuchó decir algo que hubiese preferido no escuchar jamás. Habían estado reunidos varios niños en las proximidades del colegio hablando sobre los regalos que esperaban encontrar bajo el árbol este año. “¿Qué te va a traer el “Niño Jesús” ó Santa?”, era la pregunta que sonaba una y otra vez. “¡Una muñeca que habla!”, “¡un helicóptero!”, “¡un tren!”, se le oía responder a los pequeños inocentes; mas, cuando le tocó el turno a Manuel –uno de esos niños que le encanta pretender que no lo es-, lo que dijo fue: “¡No me va a traer nada porque yo sé quiénes son el Niño Jesús ó Santa!”. Luego de una breve pausa, agregó: “¡Son tu papá y tu mamá!”.

Algunos de los niños comenzaron a discutir con Manuel diciéndole que estaba equivocado, pero Marcos se quedó en silencio. Ese momento, para él, fue como despertar de un muy bonito sueño. Todo tenía sentido. Ya comprendía por qué sus padres actuaban un poco extraño por estas fechas, y también comprendía esas desapariciones repentinas de su papá en medio de la celebración de la Nochebuena. ¡Desaparecía para colocar los regalos bajo el árbol! El niño sabía que Manuel tenía razón. El mito de los fantásticos seres que les daban obsequios a todos los niños del mundo era demasiado bueno para ser verdad. ¡Qué tonto era por haberlo creído!

Al principio, Marcos había decidido reclamarles a sus padres por haberlo engañado todo este tiempo, pero luego lo pensó mejor y concluyó que le convenía más no decir nada. Seguiría actuando como si aún creyera en el mito para continuar recibiendo el regalo de su elección cada diciembre. Sabía que así sus padres no tendrían derecho a réplica si no les gustaba el juguete que pedía. Sin embargo, a pesar de que recibiría su obsequio, Marcos se sentía triste. La Navidad había perdido su magia para él.

Pasaron los fríos días de diciembre y llegó la Nochebuena, la misma que antes el niño esperaba con tanta ansiedad. El menú de la cena navideña no le importaba, todo le daba igual. Allí estaba sentado, sólo en un rincón, apático de participar en los juegos que su familia hacía. “¿Por qué están tan alegres?”, se preguntaba. Entendía que los niños lo estuvieran porque aún creían, mas no comprendía qué podía causarles tanta alegría a los adultos. En su opinión, la dura realidad no ofrecía ningún motivo real para celebrar.
Entre la cena, las charlas y la algarabía, pasaron las horas hasta la medianoche: El momento para abrir los regalos. Marcos vio como sus pequeñas primitas casi se desmayaron de la emoción al ver que había un regalo para ellas junto al árbol de Navidad. La cara de sus primos al destapar los obsequios y ver que debajo de tanto papel estaba el juguete que querían, era todo un poema. Los adultos también reían como niños mientras veían a sus retoños entusiasmados con sus nuevos juguetes. Cuando Marcos cayó en cuenta, él también tenía una sonrisa en su rostro y ni siquiera había abierto su presente. Fue entonces cuando por primera vez supo que la Navidad, más allá del significado religioso que tiene, más allá de los regalos que se den o se reciban, más allá de decorar la casa con motivos propios de la época, y más allá de las cena de Nochebuena; no es más que una excusa. Una excusa para estar alegres. Una razón para ser felices aunque sea por unos pocos días al año. Lo importante no eran los regalos ni quién los trajo, lo importante era estar todos juntos celebrando que al menos por una sola noche, no había razón para estar tristes.

“¡Lo único malo de la Navidad”, diría Marcos mucho después cuando ya era él quién ponía los regalos bajo el arbolito, “es que no dura los 365 días del año!”.



Canción para acompañar:

* Good Charlotte - "Christmas by the phone"

Película recomendada de la semana:

* "Milagro en la Calle 31" (1994) [7.5/10] Director: Les Mayfield. Cast: Sir Richard Attenborough, Elizabeth Perkins, Dylan McDermott, Mara Wilson.

-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.

15 comentarios:

POLAF dijo...

Que lindo cuento. De esos que te esbozan una sonrisa al terminar de leerlos. Un beso.

Patricia Viviana Chiquinquira Ferrer Mavarez dijo...

Hola Horacio, sabes yo me entere que no existía santa como a los 10 tal vez 11 años, unas amigas comentaban que sus padres las llevaban a comprar su regalo porque ya estaban grande y tenian la edad suficiente para saber que santa no existia, jejeje nunca me habia sentido tan coñita, jamas pense que mis padres me habian engañado todo este tiempo, más bien pense que fue el mejor regalo que me pudieron hacer, darme esperanza de que habia una persona alla afuera que no conocia y me regalaba cosas porque sabia que me habia portado bien, sabes, que divertido seria enterarse cuando tuvieses 60 tal vez 70 años, creo que la inocencia se acaba cuando la gente cree que estas en edad de que te la quiten, cuidate

cinodo dijo...

a mi siempre me ha gustado la navidad por lo mismo que dice el cuento ,,, porque es una excelente excusa para estar en paz y alegre aunque no deje de ser meláncolico a ratos. Es una alegría-triste porque a veces no todos pueden estar juntos. y se transforma en una alegre melancolía.

Karl Andrews dijo...

Me encanto este cuento, yo tambien quisiera que la navidad durara mucho mas!

Te deseo una Navidad llena de Paz y emocion!

Besos
Karl

H.G. dijo...

Muchas gracias a todos por sus comentarios!!!

Que pasen unas bonitas navidades!

-H.G.

Ceci dijo...

Querido H.G.

Te deseo una maravillosa navidad en compañía de tu familia. Sin duda que tu eres el regalo favorito de ellos hoy y siempre.

Mariu dijo...

Excusa perfecta es poco, en la navidad sonríen los que siempre están serios, conversan los callados, los temas siempre son alegres, y las nostalgias solo causan más alegría. Sé que suena extraño, pero eso es parte de lo que más me gusta de la navidad.

Espero que disfrutes muchísimo estas navidades, que estés rodeado de las mejores sonrisas del mundo (las sonrisas en familia).

Saludos y Felíz Navidad

Alea jacta est dijo...

La navidad siempre ha sido un invento de los clerigos para demostrar la existencia de su dios y también como no del mundo capitalista pues es una excusa perfecta para sacarse un dinerillo extra.

Un besito!!!

Felices fiestas y prospero año nuevo

Bito dijo...

... y yo que aún me planteo pedirles la indemnización a mis viejos por engañarme...

Anónimo dijo...

La primera parte, esa cuando "descubres la verdad" y te quedas un poco desilusionado, me recuerda que todos hemos sido o Manuel o Marcos.
Me ha gustado como lo has concluido, bonita moraleja.

Txiki dijo...

Es muy cierto! aun no lo había visto así...
gracias. un saludo!

Isthar dijo...

Yo no recuerdo haberme desilusionado nunca por ese engaño que siempre viví ya entre comillas.

Pero es verdad que lo importante es la excusa y vivirlo como quieras y necesites vivir estas fechas :)

Un abrazo muy fuerte

Pipero dijo...

Bonito cuento. Me ha gustado porque representa algo que todos hemos vivido.
Un abrazo y buen año.

Morris dijo...

Lindo cuento, pero creo que no tenemos que esperara hasta navidad para estar alegres y felices junto a la familia, yo creo que podemos hacer todos los días navidad..hay que buscar ese pretexto todos los días y no esperar todo un año.

Saluditos llenos de Pretextos.

Anónimo dijo...

Milagro en la calle 31!! Que bonita película, gracias Horacio, me has hecho recordar cuando me enteré de esa verdad, mis sentimientos eran los mismos, pero por una extraña razón ame a mis padres más que nunca, no entendí por que, fué una mezcla de sentimientos que hasta ahora no comprendo, pero me has traido de nuevo los hermosos recuerdos de aquellas navidades donde siempre existía la ilusión. =)

Un beso grande