20051231

Las Uvas del Tiempo

De todos los escritores venezolanos que han existido, mi favorito, por mucho, es Andrés Eloy Blanco, quien nació en Cumaná en 1896 y falleció en Ciudad de México en 1955 en un accidente automovilístico. Fue abogado, poeta, cuentista, dramaturgo, biógrafo, ensayista y mil cosas más. Ganó numerosos premios internaciones por sus obras, y en la ciudad de Apartaderos, estado Mérida, hasta existe una atracción turística en homenaje a la protagonista de un poema suyo llamado "La Loca Luz Caraballo", en donde los niños de la zona te recitan de memoria este poema a cambio de algo de dinero. Otro poema suyo, "Las Uvas del Tiempo", es tradición en algunos lugares de Venezuela escucharlo todos los 31 de Diciembre mientras agoniza el año viejo.

La casa de mi abuela, lugar donde mi familia frecuenta recibir el año nuevo, es uno de estos lugares, a pesar de que cada año hago lo posible por romper con esa tonta tradición. La llamo tonta, porque ese excelente poema (su calidad es indiscutible), fue escrito por Andrés Eloy mientras se encontraba exiliado cuando Venezuela estaba bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, por lo que está cargado de mucha nostalgia por su tierra y, sobretodo, por su madre. Por ende, es un poema algo triste para la ocasión en la que se utiliza. A mí, por lo menos, me deprime un poco.

Esta noche, cuando seguramente lo escucharé de nuevo, intentaré recordar todas las cosas buenas que me dejó el 2005 (que no fueron pocas), e imaginar todo lo bueno que espero me traiga el 2006. De esta manera, quizás logre contrarrestar el efecto nostálgico de "Las Uvas del Tiempo". ¡Espero que así sea!

Las Uvas del Tiempo

"Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ Ah cómo gritan !
claro como que todos tienen su madre cerca...
Yo estoy tan solo, madre,
¡ tan solo ! pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas,
el hálito canalla
de las mujeres ebrias,
el Diablo con diez latas prendidas en el rabo
anda por esas calles inventando piruetas
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.

Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda
para olvidar que hay alguien que está cerrando un libro,
para no ver periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
por lo que sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.

Aquí es de tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compás de las horas,
las doce uvas de la noche vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: "Feliz Año"
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.

¡ Oh, nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la nueva buena !
las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen de honda fortaleza:
Venir, compadre, que las horas pasan,
¡ pero aprendamos a pasar con ellas !
Y el cañonazo en la Planicie
y el Himno Nacional desde la Iglesia,
y el amigo que viene a saludarlos:
Feliz Año, señores, y los criados que llegan,
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.

Y el beso familiar a media noche:
la bendición, mi madre.
Que el señor te proteja...
y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos y tú, madre, a mi lado
y mi padre algo triste presidiendo la mesa.
¡ Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia !

¡ Mi casona oriental ! aquella casa
con claustros coloniales portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los Reinos de la Naturaleza
Al lado, el gran corral donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia,
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas !

Bajo el parral hay un estanque,
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.

Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus telas blancas,
sorda a la canción de las abejas...

Y ahora, madre, que tan solo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo la uva de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.

Y ahora me pregunto:
¿ Por qué razón estoy yo aquí ? ¿qué fuerza
pudo más que tu amor, que me llevaba
a la dulce anonimia de tu puerta ?
¡ oh, miserable vara que nos mides !
el Renombre, la Gloria... ¡ pobre cosa pequeña !
cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
¡ Cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella !.

Y ésta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino;
¿Donde hallaré la rapidez camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre, la vereda que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, muchachas de la aldea,
hombres que dicen - Buenos días, niño -
y el queso que me guardas siempre para merienda ?
esa es la gloria, madre, para un hombre
que se llamó Fray Luis y era poeta.

Oh, mi casa sin críticos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una Reina !
¿ Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuelas ?
tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti yo soy grande cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
Y mientras exprimimos en las uvas del tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando
y el momento de irnos está cerca
y no pensamos que se pierde todo!
Por eso en esta noche mientras pasa la fiesta
y en la última uva libro la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar y en sus ojeras
y manos pulcras y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva,
que eres hermosa, madre todavía
y yo estoy loco por estar de vuelta
porque tú eres la gloria de mis años
¡ y no quiero volver cuando estés vieja !...

Uvas del tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca
¡ Cómo me pierdo medre en los caminos,
hacia la devoción de tu vereda !
Y en esta algarabía de la ciudad borracha
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses
yo me acojo al recuerdo como niño en una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.

Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
al destilar sus doce gotas trémulas
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la noche vieja."


-¡Qué disfruten sobrevivir un año más!

-H.G.

3 comentarios:

Patricia Viviana Chiquinquira Ferrer Mavarez dijo...

Hola Horacio, el poema es demasiado arrecho, al leerlo me senti excesivamente triste, mis dos hermanas estan en mexico y primer 31 que no les dare el abrazo de feliz año, para ellas no debe ser facil y para mi madre esta noche tampoco lo sera, y lo más raro es que a una de ellas era a la primera que le daba el feliz año, son cosas que pasan creo que mirare su biblioteca de libros para sentir que esta cerca, cuidate

CURRUSA dijo...

Espero que este año sea muy productivo para ti, y que el proximo 31 de diciembre cuando reciten "las uvas del tiempo", más que nostalgia, sientas mucha alegría por las cosas vividas en el 2006.

Feliz Año Horacio!!!

H.G. dijo...

Muchas gracias por los buenos deseos para este año!

Asombrosamente, debo decir que este 31 de Diciembre no tuve que escuchar el poema, asi que no fue tan nostalgico el fin de año.

Saludos y un abrazo!