20060708

La Chica Inexistente

Todo comenzó un día en el cual no debía comenzar absolutamente nada. De hecho, era un día como para terminarlo todo, ó, al menos, para quedarse en casa realizando una y otra vez cualquier cosa depresiva que tengamos por costumbre hacer. Él, sin embargo, no tenía intenciones de estar deprimido. Ese día -se propuso-, iba a disfrutarlo.

Lo empezó desayunando magdalenas con café, las favoritas de su ex-novia. Saboreaba lentamente cada bocado, como si con ello le demostrase a Lucía que él estaba perfectamente bien y que no le dolía en lo más mínimo que ella se hubiese marchado la noche anterior. “¿Por qué tuvo que hacerlo un día martes?”, se preguntaba, ya que hasta entonces los martes habían sido su día favorito. Nunca antes le había sucedido nada malo un martes.

Los jueves, en cambio, eran para él detestables. Los odiaba desde el colegio, cuando las peores materias siempre le tocaban ese día. “¿Será que ahora se invirtieron los papeles?”, pensó, y se le ocurrió que podría comprobarlo al día siguiente, que dicho sea de paso, era feriado además de jueves. Revisó entonces el periódico en busca de un buen destino para ese fin de semana largo (el viernes, por supuesto, no trabajaría), y se decidió por un complejo vacacional ubicado cerca del mar a unas tres horas de su casa. El paquete incluía traslado en un autobús de lujo hasta el hotel, desayunos, almuerzos y shows nocturnos, todo por un precio bastante razonable. El único problema era que partían esa misma noche, y, por ende, no estaba seguro de poder conseguir un cupo. Sin embargo, para su sorpresa, sí lo consiguió.

El autobús de lujo era bastante cómodo, y se podía dormir plácidamente en él una vez que te acostumbrabas a las tres o cuatro luces de lectura que permanecían encendidas en los puestos de los pasajeros insomnes. Fernando, por suerte, no era uno de estos, por lo que pudo dormir durante casi todo el recorrido. Eran las once y media de la noche cuando finalmente despertó, treinta minutos antes de llegar a destino. A su lado, el asiento que al dormirse se encontraba vacío, ahora lo ocupaba una joven rubia muy bella que lo miraba fijamente a él, cosa que, obviamente, le incomodó. “Disculpa”, le dijo con voz suave la chica, “es que aposté conmigo misma a que seguramente tenías unos preciosos ojos y quería saber si estaba en lo cierto”.

Fernando creyó que aún estaba soñando. Trató de calcular cuántas veces le había pasado algo parecido en su vida, pero nunca pasó de cero. “¡Espero que no hayas perdido mucho con la apuesta!”, alcanzó a decirle mientras salía del letargo en el que se encontraba. Ella, sonriendo, le susurró al oído que había ganado. “¿Y qué vienes a hacer a Villa Paraíso?”, le preguntó la chica tratando de romper el hielo. “Divertirme… espero”, fue la elocuente respuesta de él. “Me parece bien”, le apoyó ella, “¡te prometo que no te vas a aburrir!”, y mientras decía esto, le extendió una mano y agregó: “¡Por cierto, Anabella Rocco, encantada!”. “¡Fernando, un placer!”, respondió él al estrecharle la mano. Los siguientes quince minutos consistieron de un monólogo con ínfulas de conversación de ella que su compañero cortésmente simuló disfrutar. Al llegar, luego del check in y del cóctel de bienvenida, los dos recién conocidos prosiguieron su “conversación” en el bar del hotel. De lo que pasó después, es poco lo que Fernando pudo recordar al día siguiente.

Cuando abrió los ojos por la mañana, sintió enseguida un terrible dolor de cabeza. Mareado, se levantó de la cama con intenciones de ir al baño, pero se llevó una pequeña sorpresa cuando vio a su alrededor. Junto a él, yacía desnuda e inerte la joven que había conocido horas antes. Su cuerpo estaba repleto de manchas de sangre, así como las sábanas de la cama, las paredes, y prácticamente toda la habitación. Todo era rojo a los ojos de Fernando, quien asustado llegó dando tumbos al cuarto de baño, donde pudo constatar que afortunadamente no había un solo rastro de sangre sobre él. “¿Qué había sucedido?”, se preguntaba, aunque el preservativo que aún llevaba puesto le daba alguna idea de lo que pudo haber pasado.

Aún desnudo, salió de la habitación a buscar ayuda, pero todo en el hotel estaba cubierto de sangre. En el lobby, los cuerpos del personal que laboraba allí se encontraban desparramados por el suelo. El lugar parecía una morgue, y lo peor de todo es que nada tenía sentido. El dolor de cabeza de Fernando cada minuto era más pronunciado, y cuando se disponía a regresar a la habitación para vestirse, se desplomó en el piso inconsciente.

Al volver en sí, ya el dolor de cabeza se había desvanecido. No sabía cuánto tiempo había pasado desmayado, pero reconoció que se encontraba en su habitación del hotel. La diferencia, era que ahora todo estaba ordenado. Nada de cuerpos sin vida a su lado, nada de manchas escarlatas en las sábanas blancas, y nada de indicios de actividad sexual la noche anterior. Las maletas con las que había llegado al lugar se encontraban en el closet, y todo lo demás estaba prácticamente intacto, como si nada hubiese pasado.

“¡Buenos días, Señor!”, le dijo el recepcionista a Fernando en cuanto le vio pasar, “¿Se siente mejor hoy?”. “Si la policía me estuviera buscando por el asesinato de Anabella, no me darían los buenos días”, pensaba el aturdido hombre, “¡Seguramente, todo fue un sueño!”. “¡Buen día, estoy mejor, gracias!”, le respondió al recepcionista. Acto seguido, le inquirió: “¿me puede decir en cual habitación se encuentra Anabella Rocco?”. “¿Cómo dijo, Señor?”, le replicó el recepcionista con tono alarmado. “Anabella Rocco”, volvió a decir Fernando. “Señor, la señorita Rocco no se encuentra hospedada en ninguna habitación,” dijo el muchacho. “¿Cómo que no si ella se vino junto a mí en el autobús?”, argumentó el otro. “Señor, ella era la hija del dueño de este complejo vacacional”, explicó el recepcionista. “¿Era?”, replicó Fernando, a lo que el muchacho le contestó: “Sí señor, ella murió hace ocho años en un accidente de tránsito”. “¿Es un chiste?”, preguntó el que aseguraba conocer a la difunta. “¡Por supuesto que no, Señor!”.

La noticia, como era de esperarse, devastó a Fernando. ¿Era un fantasma la chica con la que había estado? Esta pregunta daba vueltas una y otra vez por su cabeza. No lo podía creer, para él se veía tan real y se sentía tan real ella, que le era imposible aceptar que todo había sido ó una experiencia paranormal ó una creación de su imaginación. Sin proponérselo, llegó hasta donde se encontraba el bar y ya que estaba allí, le pidió al cantinero un trago bien fuerte para tratar de calmarse. Sin embargo, cuando fue a pagar, se dio cuenta de que en su billetera no estaba su dinero, y sus tarjetas de crédito… tampoco.

Al mismo tiempo pero quinientos kilómetros más al sur, una joven pelirroja esperaba a que se llenara el tanque de gasolina de su vehículo alquilado. La acompañaba una peluca rubia en el asiento del copiloto, y un maletín lleno de barbitúricos escondido junto a la llanta de repuesto. Mientras esperaba, buscaba a su próxima víctima, pensaba en su próximo plan.

-H.G.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno el post y como siempre oscuro y misterioso,eso m agrada

Anónimo dijo...

no siempre son oscuros y misteriosos... o si?

Psique dijo...

Espero que algún día cambie también la suerte de mis jueves que ultimamente son horribles, pero NO de la forma en que le cambió a Fernando.

Hacia tiempo que no leia una historia de éste estilo y no, no siempre tus post son misteriosos y oscuros, originales si los son y bastante! ;).

P.D: Gracias por las felicitaciones y respondiendo a la pregunta trivial, si tengo decendencia italiana y desde pequeña amo más cualquier cosa que se relacione al país incluso mas que mi familia (que practicamente se han venezolanizado), pero no es amor desmedido por todas las cosas.. uno va creciendo y va teniendo un poco mas de criterio al igual que aprende un poco mas de futbol, etc, etc... Holanda siempre me ha parecido una selección fuerte (verdad que se equivocó Van Basten en ese juego- lucha contra Portugal), igual que Alemania me parecía bastante sólido (excepto por el arquero que no era Khan). Pero incondicionalmente soy amante de mi equipo italiano desde que tengo memoria del juego de Roberto Baggio, aunque se me cayó el ídolo botando el penal, pero estaba lo suficientemente pequeña para no importarme mucho el asunto y seguirlo adorando _(aunque con los años me los siguen recordando), desde entonces me mantengo fiel al equipo como me gusta mantenerme con las cosas.

Saludos! - ¡qué disfrutes sobrevivir una semana mas! (eso faltaba)- ;)

Alea jacta est dijo...

me ha encantado la historia, pero espero que eso no te haya pasado a ti :P

Un abrazo!!!

H.G. dijo...

Gracias Psique y Josy!

Y no, eso no me ha pasado jeje

Saludos!

Aaliyah_Danna dijo...

Muy lindo...

Anónimo dijo...

ola soy nali, una gran admirardora tuya. me guataria que me ayudaras a hacer ese video que tienes en tu pagina ,pues me encanta. ademas,me encantan todad tus historias, si vendieras libros los compraria todos. me encantan, son enigmaticos hermosos y tristes, esos que te dejan pensando como hubiese sido si terminara asi... pero luego ves que su final era el justo. bye y pliss devuelveme el mensaje

H.G. dijo...

hola nali. Gracias por leerme y por tus lindas palabras. De verdad te lo agradezco. En cuanto al video, la verdad es que no es nada fácil hacerlo y además, para ello requieres dominar un programa llamado Macromedia Flash (aunque ahora creo que es Adobe Flash).

Saludos!