20060226

Juntando huellas...

La vida puede ser depresiva algunas veces. Quizá…demasiadas veces. Hay ocasiones en las que no podemos evitar cuestionar si ha valido la pena llegar hasta donde estamos, si no ha sido en vano realizar los sacrificios que hemos hecho, o si hay razones para mirar con optimismo hacia el futuro. ¿Qué más puedes hacer cuando te das cuenta o simplemente recuerdas que vives rodeado de espejismos? Porque hay momentos en los que ves a tu alrededor y descubres que nada es lo que parece, o que aquello en lo que tanto creías o confiabas no era real. Hay otros instantes, en los que abres los ojos y te percatas de que estas en medio de un camino que nunca quisiste tomar y no sabes si seguir adelante o desviar el rumbo. ¿Vale la pena llegar a algún destino?

Son estos los momentos en los que buscas fervientemente aferrarte a cualquier cosa que huela a esperanza. Algunos se refugian en nuevas religiones o experimentan con cuanta tendencia espiritual esté de moda Otros, se dedican a eludir sus problemas bajo los efectos del alcohol y las drogas, ignorando que tarde o temprano tendrán que enfrentarlos inevitablemente. Los más optimistas, simplemente se dedican a esperar a que pase la tormenta y llegue la calma por sí sola, cuando olvidan que en la mayoría de los casos la tormenta no es la que pasa sino que somos nosotros los que debemos pasar a través de ella. Entre todas estas tentadoras opciones, muchas veces pasa desapercibido el hecho de que nada huele más a esperanza que un buen amigo.

La respuesta a nuestros problemas, casi siempre yace en nosotros mismos, por lo que no es para que nos diga qué hacer que nos hace falta un buen amigo. Es simplemente para que esté allí con nosotros, para que nos dé aliento cuando carezcamos de él, para que nos diga que nos entiende y que contamos con su apoyo para cualquier cosa. En ocasiones, esto nos lo puede brindar algún miembro de la familia, pero es más común que no encontremos tal grado de comprensión en ellos, sobretodo cuando es por ellos que tus ilusiones se hayan resquebrajadas. Tus amigos –los de verdad- se supone que son tus amigos porque comparten tu visión del mundo, te conocen y saben por lo que has pasado, piensan como tú y te entienden, en otras palabras: saben como te sientes. Por eso, te reconforta tanto que te acompañen en estos valles emocionales, ya que es una forma de constatar por ti mismo que no estás sólo, y, por lo general, saber que no estás sólo ya es suficiente.

Un buen amigo siempre te va a decir que todo va a estar bien, y tú -sin saber por qué-, te sentirás mejor al escucharlo decir esto a pesar de que estarás consciente de que en realidad él no sabe qué es lo que va a pasar en el futuro. Lo que sucede es que dentro de ti, sabes bien que aún cuando el día de mañana puede que todavía persistan tus problemas, al menos podrás contar con otros hombros con los cuales compartir un poquito de tu carga. Te das cuenta de que tus amigos estarán contigo y que con ellos todo será más llevadero, porque cuando miras hacia atrás y ves que hay otras huellas junto a las tuyas, en ese momento sabes que vas por buen camino. No todo ha sido en vano…

Canción para acompañar:

* Tonic - "Count on me (Somebody)"

Película recomendada de la semana:

* "Cinderella Man" (El Luchador 2005) [9/10]. Director: Ron Howard. Cast: Russell Crowe, Renee Zellweger, Paul Giamatti.


-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.

20060212

¡Bad Hair Day!

Eran las siete de la mañana. Un poco más, un poco menos. No importaba: era tarde para ella.

“¡Qué bien!, exclamó cuando se vio frente al espejo para lavarse los dientes, “¡Bad Hair Day!”.

Tomó unos sorbos de café y, luego de disimular lo más que pudo la rebeldía que tenía su cabello ese día, salió muy de prisa hacia la calle. Cinco segundos después, volvió a entrar: casi olvidaba su celular.

Cuarenta y dos personas estaban delante de ella en la parada del autobús, y cuarenta y dos improperios salieron de su boca al percatarse de ello. “¡Maldita sea, ni siquiera hay un árbol que me de sombra mientras hago esta cola de mierda!”, dijo para sí a la vez que más y más gotas de sudor aparecían en su frente producto del rayo de sol que incidía sobre ella. No quería pensar en cómo iba a hacer para recuperar la clase que perdería por quedarse dormida, pero no podía evitar preocuparse por ello. “¡Odio mi vida!”, se repetía, y es que para ella, cada nuevo día terminaba siendo el peor día de su vida.

Al otro lado de la calle, Martín barría la entrada de la charcutería donde trabajaba. Todos los días veía a los estudiantes esperar por el transporte de la universidad deseando ser uno de ellos. Le habría gustado ser médico, o cualquier otra cosa que sonara importante, pero sabía que era irreal aspirar a nada de eso. Desde muy joven, tuvo que abandonar sus estudios para poder trabajar en algo y ayudar así a su pobre madre. Ahora está ahorrando para poder matricularse en un instituto nocturno y terminar su bachillerato. Sabe que ese es el primer paso, aunque no tiene idea de cómo va a hacer para tener ánimos de estudiar luego de haber pasado todo el día cortando trozos de carne en un sitio que huele al mismísimo infierno. Está consciente de que a él le tocó difícil la vida, pero no entiende por qué el destino fue tan injusto con él. Mucha gente no sabe lo que es pasar trabajo, mientras él lleva experimentándolo toda su vida. Aunque sea por un día, le gustaría intercambiar su existencia por la de cualquiera de los estudiantes que ve pasar cada mañana.

De tercero en la cola por el autobús está Jorge. Su hobby es escuchar música clásica y coleccionar caracoles de mar para sentir que oye al océano a través de ellos. Le encanta el sonido de la lluvia y el olor a tierra mojada que viene con ella. También le gusta mirar en dirección al sol, porque durante el instante de tiempo en el que lo hace, aunque no sabe si sólo son ideas suyas, siente que puede ver el color rojo. Es la única forma de que pueda ver algo. Sin embargo, su condición no le había impedido estudiar música, su pasión, en la universidad. Todo el mundo estaba acostumbrado a verlo entre los primeros puestos grabando cada clase. Nunca faltaba quien lo ayudase cuando le hiciera falta. Los profesores siempre estaban pendientes de que tuviese lo que necesitara para estudiar. Jorge sabía que debía realizar un esfuerzo mayor que el de una persona con sus cinco sentidos funcionando, pero estaba orgulloso de haber podido salir adelante. No estaba inconforme con su vida, aunque no había momento en el que no soñara con poder ver todas esas cosas que le habían dicho eran tan bonitas: el azul de un cielo despejado, el mar, un jardín con muchas flores y mariposas de colores, y, sobretodo, el rostro de su madre. Si al menos pudiera verla a ella por un minuto, Jorge sentía que sería feliz el resto de su vida.


En la parada también se encontraba la profesora Pocaterra. Tenía 38 años, una profesión que le encantaba, y dos hijos que eran la luz de sus ojos. El mayor tenía diez, el menor siete. Siempre se quejaba de tener que llegar extenuada por la noche a su casa a revisar las tareas de sus hijos y a asegurarse de que hubiesen salido bien en la escuela, y de que su esposo no la ayudaba para nada, pero de un tiempo para acá había dejado de lamentarse por eso. Su labor de madre le agotaba más que el de profesora, pero se sentía recompensada cuando los veía dormir plácidamente desde el umbral de sus habitaciones. Su apreciación de cada momento que pasaba junto a ellos había cambiado desde que se enteró de que tenía cáncer. “¡Ojala pudiera verlos crecer!”, exclamaba continuamente. ¡Ojala el destino no fuera tan cruel algunas veces!

Por fin, luego de una hora, llegó el autobús. A la chica con el cabello rebelde por poco le tocó ir de pie, pero logró conseguir un puesto junto a un tipo que tenía mal aliento. Obstinada, sacó una caja de mentas de su bolso y se la ofreció al muchacho a su lado. “¡Por lo que más quieras, cómete una!”, le gritó, y él, apenado, no tuvo más remedio que aceptar. “¡Por favor, mátenme!”, se repetía mentalmente mientras viajaba toda incómoda hacia la universidad, y por poco no se suicida cuando una bola de papel la golpeó en la frente. “¡Quién habrá sido el animal!”, exclamó mientras veía a su alrededor, pero, aparentemente, nadie había sido. Extendió el cuerpo del delito, y vio que la hoja de papel tenía algo escrito. “¿Qué dice el papel?”, le preguntó el que ahora tenía aliento de menta. Ella, visiblemente consternada y con esa expresión en el rostro que tiene toda persona cuando se da cuenta de que ha hecho algo mal, le respondió: “¡Estaba triste porque no tenía zapatos… hasta que vi a alguien que no tenía pies!”.


Canción para acompañar:

* Three Doors Down - "Be Like That"

Película recomendada de la semana:

* "The Family Stone" (2005) [7/10]. Director: Thomas Bezucha. Cast: Sarah Jessica Parker, Rachel McAdams, Claire Daines, Diane Keaton, Luke Wilson, Dermot Mulroney.

-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.

20060211

Blogs

Desde hace un buen tiempo que sé de la existencia de los blogs. Frecuentemente, escuchaba hablar de los llamados “diarios virtuales” que cada vez eran más populares. Yo no entendía por qué causaban tanto revuelo, ya que lo que se venía a mi mente cuando me mencionaban: “diario virtual”, era algo así como El Diario de Anne Frank versión web, lo que para nada llamaba mi atención.

Pasó el tiempo y descubrí el blog que Zach Braff (el protagonista de la serie “Scrubs”) mantiene en la página de su película “Garden State” (Tiempo de Volver), y vi que él lo utilizaba no sólo para contar anécdotas de lo que sucedía en las giras promocionales de la película, sino también para expresar su opinión sobre diversos temas y hasta para promover artistas musicales poco conocidos. Fue entonces cuando entendí que si bien una chamita (niña) de 13 años podía emplear un blog para contarnos que el viernes pasado le fue terrible en el colegio porque una tal Regina le hizo la vida imposible y la llamó “gorda”; del mismo modo uno podía emplearlo para expresar un punto de vista sobre un tema en particular y de esta manera hacer catársis. Después de todo, como dicen por allí, escribir tiene propiedades terapéuticas.

Al comienzo, decidí crear un blog para escribir en él lo que pasara por mi mente en ese momento y luego darle el link a algunos de mis amigos para que lo leyeran y me dijeran si estaban de acuerdo o si creían que yo estaba demente (más aún). Me propuse escribir al menos un post semanal durante al menos un año para así demostrarme a mí mismo que podía ser constante con algo que no estaba obligado a hacer. Hoy, 364 días, 58 posts, 8.874 visitas (aunque no lo tengo visible, sí tengo un contador), y varios nuevos amigos después; puedo estar satisfecho por haber logrado esa pequeña meta personal que, en mi caso, es un gran avance. Durante este tiempo, pude constatar que siempre es agradable saber que hay otras personas que comparten tu punto de vista sobre un tema en cuestión, porque es como verificar que no estás sólo en el mundo. Por eso, me causó tan buena impresión cuando poco a poco personas de diversos lugares del mundo fueron llegando por su propia cuenta a mi blog y se sintieron, muchas veces, identificadas con lo que allí escribía.

Sin embargo, hay cosas que no me gustan de esto de los blogs. Por ejemplo, a veces se le da demasiada importancia al número de comentarios que tienes en cada post, a pesar de que ese no es un indicativo exacto ni de la calidad de la entrada, ni de la cantidad de visitantes del espacio. Por supuesto que una palmada en la espalda de “¡bien hecho!” nunca cae mal, pero de qué sirve tener 100 comentarios por post si sólo 3 son realmente sinceros? En el afán de conservar las visitas y de conseguir otras nuevas, en ocasiones se tiende a visitar blogs que a uno no le gustan para nada y a dejar comentarios no porque tengas algo que decir sobre el tema del post sino porque quieres dejar una evidencia de que estuviste allí, como si hubiese una especie de pacto imaginario de “yo te visito si y sólo si tú me visitas a mí”. Y a veces parece que así fuera, mucha gente deja de visitar a otros si no son correspondidos, pero la verdad es que, después de todo, no hacen falta. En mi caso particular, prefiero que me visiten únicamente aquellas personas que de verdad están interesadas por lo que tengo que decir y que sólo me dejen un comentario cuando realmente quieran hacerlo. Por eso, decidí hace un tiempo dejar de visitar blogs únicamente por cortesía, ya que no me sentía bien haciéndolo.

Lo mismo sucede con los enlaces a otros blogs. En mi caso, yo no pongo un blog entre mis recomendados para promoverlo: ¡a nadie le aumentan las visitas porque yo lo recomiende ni viceversa!, sino que los coloco como una especia de menú portátil de favoritos. Así, no importa si estoy en mi casa, en mi trabajo, o donde sea, puedo acceder a cualquiera de los blogs que me agrada visitar y solamente tengo que memorizar la dirección del mío. Sin embargo, inicialmente sentía la obligación de colocar allí a cualquiera que me enlazara a mí, pero posteriormente me di cuenta de que no tenía por qué hacerlo, así como no tienen por qué hacerlo los que se encuentran en mi lista. Ahora bien, no siempre tengo el tiempo para visitarlos a todos, y en estos casos les doy prioridad a los blogs que más me gustan, porque por supuesto que hay unos que me gustan más que otros, y no porque sean mejores o peores, sino sencillamente porque se adaptan más al estilo que me gusta a mí (esto es, bien redactados y a la vez sencillos, amenos, directos e interesantes. Que no haya que leerlo veinte veces para entender lo que quieren decir. Por ejemplo: el blog de Ceci).

De todas maneras, estas cosas que no me gustan son detalles menores. La experiencia con lo que denominan la “blogósfera” ha sido muy positiva. Durante este año, he tenido la oportunidad de estar en contacto con personas de cualquier parte del mundo que piensan similar a mi, y eso, sin duda alguna, es lo mejor de este mundo virtual.


-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.

P.D: A partir de ahora, la frecuencia de las actualizaciones no será necesariamente semanal. Intentaré que así sea, pero algunas veces podrá haber varias muy seguidas, y en otras ocasiones podrán ser bien espaciadas entre ellas. Todo depende del tiempo del que disponga y de que tenga algo qué decir. Por los momentos, sólo sé que si tengo tiempo ahora más tarde o durante el día de mañana, trataré de hacer una más.

20060203

De atracción, paradojas y paradigmas

Es difícil encontrar un empleo si no tienes experiencia, pero... ¿cómo puedes reunir experiencia si nadie te contrata debido a tu inexperiencia? Además de redundante, lo anterior es también algo paradójico, y es que no son pocas las paradojas con las que nos topamos día a día. De hecho, podría decirse que vivimos rodeados de contradicciones o de elementos que van en contra de toda lógica. Ejemplos sobran, y uno de ellos podría ser la diferencia entre lo que quieren las mujeres en un hombre, y lo que de verdad las atrae.

"¡Yo quiero a alguien que sea sensible, sincero, inteligente, que me entienda y que me haga sentir especial!", es el lugar común que sale de la boca de prácticamente cualquier mujer a la que se le pregunte sobre su pareja ideal. Sin embargo, resulta que cuando una mujer tiene frente a sí a un hombre sensible, sincero, inteligente, que la entiende y que la hace sentir especial; sencillamente no se siente atraída por él, por más consciente que esté de que es la persona ideal para compartir el resto de su vida o al menos gran parte de ella. Algunos podrían pensar que esto se debe a que las mujeres están locas y no saben que es lo que quieren, y aunque hay algo de cierto en esta afirmación, la verdad es que si queremos encontrar la causa de esta incongruencia, no debemos buscarla en el llamado "sexo débil", sino más bien en los supuestos pretendientes perfectos. Son ellos los del problema.

Para entender mejor esto, hay que ponerse en los zapatos de una mujer a la que le guste ser femenina. Imagina que nunca estas en un sitio sin tu colección personal de aduladores que creen que por contarte todo el tiempo lo extraordinarios que son y por satisfacer todos tus caprichos te van a tener a sus pies. Sabes que tus "amigos" están contigo más por cómo te ves que por ser la persona que eres, y que si fueras la versión femenina de Chewbacca, ni siquiera te saludarían. En un principio, pudo ser que incluso te divirtieras con ellos porque, después de todo, ¿qué tan desagradable puede ser tener unos esclavos que hacen lo que tu quieras? Pero luego, llegó un momento en el que comenzaron a aburrirte, querías algo más, alguien diferente a la norma, alguien a quien no pudieras controlar tan fácilmente, alguien que significase un reto. Entonces se te da la oportunidad de conocer a una persona que sí es distinta a los demás, alguien que sabes que tiene más de tres dedos de frente y que tiene el potencial para ser lo que buscas. Consideras darle la oportunidad a él. Pero... ¿qué sucede con ese prospecto de príncipe azul a partir del instante en el que comienzas a demostrarle algo de interés? Pues que el príncipe se convierte en mendigo y empieza a comportarse exactamente igual a los demás, se vuelve manipulable y acaba convirtiéndose en otro idiota. ¿Por qué se dió ese cambio?

Ahora quizás haga falta ponerse en los zapatos de uno de los idiotas. Tal vez sirvan los míos, ya que, lamentablemente, yo también he sido uno de ellos. En mi caso, yo nunca anduve detrás de las chicas más atractivas deseoso de que me prestaran atención. Podrían ser muy bellas, pero si las consideraba estúpidas o si su forma de ser no me gustaba, entonces no me atraían para nada. Así que yo era quizás el único hombre que las trataba de tú a tú, que les respondía mal si había que hacerlo y que incluso era ácido con ellas. No resulta tan extraño, por ende, que más de una vez haya ocurrido que se interesara por mí una de estas bellezas, y que yo pasara por bobo ante mis compañeros por no "aprovechar". Si debí hacerlo o no, eso es harina de otro costal, lo que quiero dejar claro aquí es que si una muchacha no me atraía, yo me comportaba de lo más natural con ella. Las dificultades las encontraba era cuando alguien sí me gustaba.

Es algo difícil de explicar. En primer lugar, cuando estás delante de una chica que te atrae, quieres por sobre todas las cosas quedar bien con ella. Hablar de temas interesantes, hacer comentarios inteligentes, ocultar tus defectos, en fin, parecer perfecto porque crees que eso es precisamente lo que ella quiere: alguien perfecto. Sin embargo, terminas pensando tantos las cosas antes de actuar que en vez de que eres perfecto lo que ella termina creyendo es que tienes severos problemas mentales. ¿Cómo no lo va a pensar? Ahora bien, si a pesar de tu demostración de estupidez crónica, ella por alguna razón te da indicios de que no le resultas indiferente, todo se torna aún peor ya que sabes que está en tus manos arruinar las cosas o no y el terminar de conquistarla.

Si quieres enamorar a alguien, ¿qué es lo que se supone que debes hacer? ¿Qué fue lo que nos enseñaron en nuestras casas? ¿Qué es lo que la "sabiduría" popular nos recomienda? ¿Qué hemos aprendido de todas las películas y novelas romanticosas? Que debes ser un caballero y tratarla como a una princesa, cortejarla, llenarla de obsequios, ser super atento, llevarle flores, llamarla siempre, demostrarle tu interés y prácticamente vivir a sus pies. Es el paradigma que nosotros los hombres y nuestra sociedad tenemos sobre este tema. Conozco a alguien que su forma de hablar incluso cambia cuando está con su novia y la consiente como si ella fuera idiota o un bebé de dos años y es incapaz de llevarle la contraria fuertemente. En algunos casos, pocos realmente, actuar según este paradigma llega a funcionar en un principio, pero tarde o temprano, ella terminará obstinándose de él, o él de comportarse de esa forma.

Tuve que equivocarme bastante para darme cuenta de que al final, lo único que puedes hacer en tu afán por conquistar a alguien es ser tú mismo, y que por más especial que te parezca esa persona, debes tratarla bien pero como si fuera una amiga más. No ser predecible, tener confianza en ti mismo, una opinión propia, no ser fácilmente manejable, decir que no cuando debes hacerlo, además de las cualidades que te definen como persona. Si han de estar juntos porque son muy compatibles, las cosas se darán prácticamente por sí solas. La verdad es que si se piensa un poco sobre esto, resulta lógico todo, pero tenemos tan arraigado en nuestros cerebros el paradigma de que debemos poner a las mujeres en un altar y venerarlas, que nos cegamos y no vemos lo que de otro modo nos parecería obvio. Es un poco como si uno fuera Neo y viviera en "La Matriz". Él era el elegido, él era especial, pero de nada le servía serlo mientras no se lo creyera él mismo, y mientras no comprendiera todo lo que estaba a su alrededor. Sin embargo, una vez que aprendió a creer en sí mismo y que comenzó a ver las cosas en el código de la Matriz, nada le resultaba imposible. Del mismo modo, considero que una vez que empiezas a creer en ti mismo y que entiendes qué es lo que les interesa a las mujeres porque te has puesto en su lugar, todo cambia para mejor.

Sin embargo, no hay segundas oportunidades para causar una buena primera impresión, y las mujeres se basan mucho en eso. El error que muchas veces cometen es pretender que uno tiene que estar consciente de todo esto desde el principio, como si fuera tan fácil darse cuenta de que el paradigma que todos consideran como algo cierto, en realidad no lo es. Muy pocas están dispuestas a tenerte paciencia y a ayudarte un poco, a pesar de que es posible aprender muy rápido cuando se sabe qué es lo que se tiene que aprender. Creen que uno es como es y no puede cambiar. Muchas temen decirte qué es lo que les molesta, qué es lo que haces mal, y terminan desperdiciando una buena oportunidad con alguien que vale la pena. Esperan a alguien que sea desde el comienzo perfecto para ellas, y no valoran cuando consiguen a una persona que tiene el potencial para serlo realmente. Si estuvieran conscientes de lo escasos que son los hombres decentes, con algo de inteligencia y que no son unos perros, quizás entonces sí les tendrían un poco más de paciencia.

Mi deseo al escribir esto, es que, ahora que se acercan fechas relacionadas con el tema, las personas que lo lean reflexionen. Si son hombres, ojalá que aún estén a tiempo de cambiar el viejo paradigma antes de que metan la pata con una persona que de verdad les importe, y si ya es tarde, que al menos les sirva para cuando llegue el próximo tren. Si son mujeres, pues ojalá esto les sirva para que puedan ponerse un poco en el lugar de nosotros y sean más comprensivas. También puede servirles para retener el interés de alguien en particular, ya que los hombres también se aburren cuando no tienen frente a sí nada que les rete.

El que no tenga nada que aprender, que tire la primera piedra...


Canción para acompañar:

* Hoobastank - "The Reason"

Película recomendada de la semana:

* "The Matrix" (1999) [10/10 aunque ya no parezca una película tan vanguardista debido a los clones que han surgido]. Director: Los hermanos Wachowski. Cast: Keanu Reeves, Carrie-Ann Moss, Hugo Weaving, Lawrence Fishburne.

-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.