20050626

Jane...

Abrió sus ojos y de inmediato supo que había despertado en una habitación que no era la suya. La incandescente claridad que embriagaba al lugar era muy diferente a la tenue luz que solía haber en el dormitorio de paredes azules en el que estaba acostumbrado a iniciar sus mañanas. En medio de su confusión, sintió la necesidad de levantarse para averiguar dónde estaba, mas no pudo salir de la cama: estaba atado a ella. “¡Auxilio!, ¡Sáquenme de aquí!, ¡Jane, ayúdame!”, comenzó a gritar tontamente como si las personas que lo tenían atrapado fuesen a entrar a liberarlo sólo porque él así lo quería. Entraron, por supuesto, pero no precisamente a complacerlo.

“¡Sujétenlo contra la cama!”, ordenó el más viejo de los seis hombres de blanco que irrumpieron en la habitación. Mientras daba instrucciones, preparaba –con una tranquilidad pasmosa- la dosis de fármacos que procedería a suministrarle al escandaloso individuo. “Ya va a venir Jane, ¡tranquilo!”, le dijo al pobre muchacho a medida que le iba inyectando el coctel de barbitúricos. Minutos después, los gritos de desesperación ya se habían desvanecido.

“¡Qué tristeza me da con él!, ¡tan joven y pasando por esto!”, dijo el sexagenario cuando se estaban retirando ya hacia la sala de descanso. “¡Todos los días se repite esta misma historia!”.

“¿Cuánto tiempo lleva aquí?”, preguntó Aaron, el menor y más nuevo de ellos.

“Como cuatro años, y en ese entonces David tenía veintiuno”, contestó uno de los que caminaba de primero y que había estado presente en aquella oportunidad. “Sus padres murieron meses después de que lo internaran aquí”.

“¿Y a quién llama con tanta insistencia?”, volvió a preguntar el novato.

“¡A Jane!”, le respondió el más alto de los enfermeros.

“Definitivamente, tú tienes la cabeza para que el cuello no te termine en punta”, le reprochó el viejo al de la respuesta obvia, y luego agregó dirigiéndose a Aaron: “Lo que el chico quiere saber es quién es esa Jane, ¿cierto?”.

“Sí, eso mismo: ¿quién es Jane?”, inquirió el joven enfermero.

El jefe lo miró a los ojos y le contestó: “Ese es el problema, ¡nadie lo sabe!”.

De saberlo, le habría dicho entonces que Jane era la chica con la sonrisa más bella que podría ver jamás. Que siempre olía a flores, como si durmiera en un lecho lleno de pétalos de rosas, y que cuando hablaba, realizaba unos gestos con las manos que te hechizaban por completo. Su voz era suave, y sus ojos brillaban tanto que era difícil no mirarlos. Le habría comentado también que por las mañanas, a Jane le gustaba leer poesía, pero sólo en los días pares. En los días impares de cada mes, ella, sin saber por qué, sólo lloraba. Jane había estado llorando el día en que Aaron la conoció.

Dar con la dirección de la casa donde la señorita vivía no le había sido nada fácil. Fue poco lo que pudo descubrir en los archivos del hospital, y menos aún lo que pudo averiguar con los demás enfermeros, que no sabían quién era ella; así que no le quedo otra que investigar sobre Jane con la única persona que, argumentablemente, la conocía.

Una mañana, David abrió los ojos y no tuvo tiempo ni de intentar levantarse: Aaron le tapó la boca con sus manos antes de que el paciente pensara siquiera en gritar. “¡No grites! Yo sólo quiero ayudarte a salir de aquí,” le susurró al oído el enfermero, “pero para eso tengo que averiguar quién es Jane”. No fue mucho lo que el investigador le pudo entender a David por el estado en el que lo tenían los sedantes, pero le pareció haber escuchado que el apellido de ella era “Ivanov” o algo parecido, y que vivía en la calle Madrid entre la 5ta y la 6ta, en una casa sin nombre.

Al contrario de lo que había imaginado, dar con la casa sin nombre había sido sencillo. Le abrió la puerta una bella joven con huellas de lágrimas en sus mejillas, a quien sin titubear le preguntó: “¿Eres Jane?”. “Sí”, respondió la mujer de la hermosa sonrisa, y amablemente lo invitó a entrar.

“Vengo de parte de tu amigo David. Necesita que lo ayudes a probar que no está loco”, le comentó Aaron.

“¿Qué David? Yo no conozco a ningún David. Casi no tengo amigos porque nunca salgo de casa”, le respondió ella.

“¿Cómo que no si él lo único que hace es preguntar por ti?”, insistió el enfermero.

“De verdad no sé de quién me hablas”, aclaró la chica del aroma a rosas. Aaron no podía dejar de verla a los ojos. “¡Qué maleducada soy!”, añadió ella, “no te he ofrecido nada de beber”.

“Estoy bien, gracias”, la tranquilizó él. “¿Me prestas el baño?”.

“¡Sí, claro!”, asintió la anfitriona. “Al fondo a la derecha”.

Y mientras Aaron se dirigía hacia la habitación que quedaba al fondo a la derecha, observó los retratos que adornaban el pasillo por el que caminaba. En todas las fotos aparecía un niño cada vez de una edad diferente, y en ninguna aparecía Jane. En la fotografía más reciente pudo reconocer que el niño era David. “¿Cómo que no sabes quién es David si lo tienes en todas las fotografías que están en el pasillo?”, naturalmente le preguntó a Jane de inmediato.

“¿Cuáles fotografías? En esta casa no hay fotografías porque a mi papá no le gustan”, contestó Jane. “Él dice que en cada foto que te tomas queda retenida una parte de tu alma.”

“Interesante teoría, pero ¿qué son entonces esos retratos que están allí?”, argumentó Aaron señalando a una de las fotografías.

“¿Dónde”, preguntó desconcertada la muchacha.

“¡Allí!”, le indicó el curioso joven prácticamente arrastrándola frente a uno de los cuadros.

“¡Ahí no hay nada!”, repitió Jane una y otra vez.

“La que debería estar en el hospital es ella”, pensó Aaron, y educadamente se despidió de la extraña chica y se disculpó por incomodarla con su insistencia. Fue directo al hospital, había algo raro en todo esto y estaba dispuesto a averiguarlo lo más pronto posible. En los archivos, descubrió que la dirección que aparece registrada como la de David era: calle Madrid entre la 5ta y la 6ta. Sorprendido, se dirigió entonces a la biblioteca del pueblo a ver qué encontraba sobre la familia Ivanov. En la hemeroteca, encontró un artículo de periódico que lo desconcertó por completo. El contenido de dicho artículo cambió su forma de verlo todo.

Velozmente, fue de nuevo a buscar a Jane, pero no había rastros de ella en toda la mansión. Las telarañas cubrían casi todos los muebles, incluidos los retratos. Todo estaba sucio, muy distinto a como lo había encontrado más temprano. Recorrió más de una vez las habitaciones del lugar y no encontró nada relativo a la chica. Aaron se negaba a creerlo, pero las pruebas eran contundentes. En ese instante, un escalofrío comenzó a recorrerle todo el cuerpo. De pronto, un ruido metálico y aterrador se esparció por toda la casa, y la poca luz que había en la habitación, se apagó por completo.

A la semana siguiente, cuando encontraron el cuerpo sin vida de Aaron tendido en el suelo, encontraron también la fotocopia de una reseña periodística en uno de sus bolsillos. La misma decía: “Padre desquiciado decapita a su hija y luego se suicida: Ibrahim Ivanov, quien mantenía cautiva a su hija en su mansión de la calle Madrid, asesinó anoche a su hija Jane, de 19 años, y luego se quitó la vida. El atormentado hombre, quien hizo su fortuna gracias a la fábrica de calzado que fundó, no dejó nota de suicidio.” El artículo fue publicado 50 años antes, el día 22 de Julio de 1955.

Canción para acompañar:

* Radiohead - "Creep".

Película recomendada de la semana:

* "Los Otros" (2001) [9/10] Director: Alejandro Amenábar. Cast: Nicole Kidman.

-¡Qué disfruten sobrevivir una semana más!

-H.G.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola yei,bueno como tu me dijiste q cada quien tiene su imterpretación,la mia es q david se volvio loco al saber q la mujer d la q se habia enamorado era un fantasma y q ademas habia tenido una muerte trágica.
En fin como no es nada relevante mi interpretación,solo me queda decirte q me gustan tus cuentos,me gustan desde que leí el primero,y este no es la excepción me gusto a pesar de lo creepy :) (q a sinceridad lo shady y creepy es lo q me gusta)

H.G. dijo...

Hola. Sí cada quien que lo interprete a su manera, y la tuya, como te dije, está bien.
A mi modo de ver, David no estaba loco, pero lo recluyeron en el psiquiátrico porque sus padres sí creían que lo estaba (no sabían quién era Jane). No creo que David haya sabido que era un fantasma ni la manera como ella había muerto. La forma como murieron los padres de él también está abierta, pero una teoría es que fueron asesinados también por el fantasma del padre de Jane...

Me gusta que te gusten los cuentos ;), aunque este sea el único "creepy" y "shady".

Rozanel dijo...

Aparte de la buena historia del post... excelente cancion y pelicula recomendadas...
Saludos!!

Anónimo dijo...

Por acá vengo a decirte que sigo luchando con blogger, un round me pega él, en otro le pego yo y así vamos! cuando esté listo te doy la dirección. Buen cuento! Todavía me queda una tarea pendiente...

Saludos!!!;-)

ベル dijo...

Diablos hombre! no es tanto el cuento lo que me frikea como la manía de jane por los números impares y pares.. pues yo también tengo esa manía :s quizá la que deba estar en el psiquiatrico sea yo y no David...
Me gusta, me gusta... me encantan este tipo de cuentos. Pero lo mejor de todo fué terminar de leerlo y encontrarme con la canción recomendada. Creep de Radiohead es la primera canción que me atrapó de ese grupo.. una de mis favoritas. El único hamster que he tenido en mi vida (RIP) llevaba el nombre de esta canción... y es que detrás de los barrotes.. pues es lo que inspira.. y ya yo me fuí del comment del post y me puse a hablar peperas aquí...
En fin. Un beso HG. Espero tu fin haya sido mucho mas productivo que el mío. Ten una linda semana :D

Anónimo dijo...

Me gusta como articulas las palabras, la delicadeza de la elección de cada una de ellas, la forma en que están dispuestas.
Me ha gustado mucho tu relato,y la banda sonora le dio un viraje especial-un archivo mío viejo de mp3-:Joy Division-Decades.
David se siente un niño que nace todos los días,y pide por Jane,quien ha sido capaz de cuidar de él cuando sus padres se desvanecieron.

Anónimo dijo...

¡Buena historia!. Da para más de un cuento.

Buena semana H.G.

H.G. dijo...

Greenfly, la ´razón por la que ´Jane llora los días impares es porque murió un día impar de un mes non de un año también impar (21 de julio de 1955). Pero sí, eso fue simplemente para darle una característica curiosa. Me alegra que te haya gustado el cuento, que tengas una linda semana tu también.

Rozanel, Currusa, Happy Frog, y Nostak: Es un placer tenerlos por acá! Muchas gracias y un abrazo!

Dra. Kleine dijo...

Me llevaste a todos lados chico!
La música, el relato, todo fue hecho en mi mente en acción...
aunque mi corazón quedara impotente de la mirada triste de Jane y del corazón vacío en quien dormía por ella...
Buenísimo!

Anónimo dijo...

"She run... run... But where...?

Excelente realato amigo.
Saludos

Mariu dijo...

Una vez más lo lograste, me imaginé toda una película acerca de tu relato, excelente historia. Mi versión es que a pesar de la tristeza de los días impares, David encontraba la tranquilidad que necesitaba en la poesía de Jane el resto de los días. Que bueno leer una historia que nos haga crear a cada uno nuestra propia versión. Con historias como esta, es más fácil "sobrevivir otra semana más".


Que estés bien...Saludos!!!

... dijo...

¿Será verdad que en las fotos queda retenida una parte del alma?.

Me gusta la historia.

Holden dijo...

Me gusta el cuento y su tristeza, y me fascina la elección de la canción.

Anónimo dijo...

No me gustan los cuentos de fantasmas y esas cosas, pero este me ha encantado. Ese primer párrafo te hechiza y hace que leas la historia completa y termines queriendo más. No sé si a los demás les pasa lo mismo, pero leerte a ti tiene el mismo efecto que ver una película. Es muy fácil recrearlo todo en nuestras mentes.
Te felicito!

H.G. dijo...

Mullah, qué bueno que te gustó el header! La canción es del soudntrack de Good Bye Lenin y se llama Childhood(2) y es de Yann Tiersen, el mismo de Amélie. No tienes que disculparte por las palabras que utilizas!

Amélie, es posible, ¿tú qué opinas?

G. Kleine, Segmento, Virginia, Holden y Mariú: muchas gracias por sus comentarios! Es un halago que les guste lo que uno escribe.

A todos, un abrazo!

Anónimo dijo...

Yann Tiersen es alucinante.Recomiendo el disco que hizo con Shannon Wright que tiene una voz desgarradoramente triste,ronca y preciosa.

Ahora falta el testimonio de la familia de Jane.Sería genial ver el artículo del diario,ah?

Besos

Ceci dijo...

Tengo que decírtelo: éste es uno de tus mejores cuentos. Te sugiero, seriamente, que compiles las historias que has escrito y las presentes a una editorial. Estoy segurísima que aceptarían publicártelos.
¡Qué emoción! Esta es la primera vez que conozco a un escritor antes de que se haga famoso. Ojalá te acuerdes de todos estos fieles amigos virtuales cuando eso pase.
¡Buen fin de semana!

administrador dijo...

me gustó el cuento, aunque todabía estoy pensando en eso de los habitantes de esa casa.

Anónimo dijo...

Y tus letras...?

H.G. dijo...

¡Vaya, Ceci! Me halagan tus palabras. Estás exagerando pero gracias de todas formas ;)

No estoy tan seguro de que los acepten: no tengo contactos, no soy famoso, ni soy lo suficientemente bueno, ¿por qué van a publicar los cuenticos de un desconocido?

Muchas gracias por tus buenos deseos!

Que tengas un buen fin de semana tú también!