20080705

Las Aventuras de Jack Strauss (cont..)

III Parte: McTerry

"Podemos aprovechar el desperfecto que Jack ocasionó en su lámpara para atacarle en los instantes que no emite luz", dijo una de las integrantes del Consejo de Seguridad de las hadas. El mismo se había reunido de emergencia luego del funesto encuentro entre el tenaz aventurero y Lord Barkley, y contaba, en esta ocasión, con la presencia como invitados de Jack Straus, Paul, Sally y McTerry. "¡Imposible!", exclamó una de las hadas, "Como tú lo has dicho, es un instante de tiempo nada más que la luz está apagada. De nada nos sirve para poder acercarnos".

"Entonces... ¿Qué podemos hacer si ya vimos que sus artefactos también le sirven para neutralizar a seres humanos? ¿Todo está perdido?", preguntó otra de las hadas, llamada Aealia. La Reina de las Hadas, con mucho pesar en su rostro, le respondió: "No debemos perder la esperanza, pero por los momentos no tenemos ningún plan". Fue en ese momento cuando Jack decidió intervenir.

"¡Yo tengo uno!", afirmó el intrépido joven, ocasionando que todos hicieran silencio y dirigiesen su atención hacia él. "Según tengo entendido, quien está aquí no es Lord Barkley propiamente, sino su reflexión onírica. Si es así, ¿por qué no vamos hasta el lugar donde duerme su cuerpo real y lo despertamos? De ese modo lo expulsaríamos de Onyria", explicó Jack.

"¡Es tan simple esa idea, que no sé cómo no se nos ocurrió antes!", expresó la Reina de las Hadas, quien luego agregó: "Esta misma noche tendremos la ubicación exacta donde reposa su cuerpo y mañana mismo podrán partir para realizar esa misión".

De esta manera, Jack, McTerry y un grupo de hadas abandonaron Onyria con la intención de despertar a Lord Barkley del profundo sueño en el que se encontraba sumergido. La idea era penetrar en su casa, llegar hasta donde se encontraba su cuerpo, e inyectarle una sustancia que Aealia había preparado y que se suponía le despertaría de inmediato.

La primera parte de la misión fue sencilla, Jack Strauss era un experto abriendo toda clase de cerrojos y puertas, por lo que no tuvo dificultad para lograr entrar en la casa de Lord Barkley. Una vez dentro, se encontraron con la furia de dos pitbulls, mas ello no representó ningún problema para las hadas, quienes los adormecieron con un una especie de susurro mágico. Hallar el cuerpo dormido de Barkley tampoco fue complicado, puesto que su hogar no era excesivamente grande y la habitación principal se encontraba contigua a la sala de estar.

Lo que no resultó tan sencillo como esperaban, fue inyectarle la sustancia que Aealia había preparado, ya que había alguien vigilando el cuerpo de Lord Barkley. Una mujer, de unos 35 años, se encontraba sentada a su lado con un revólver en la mano. Al parecer, se encargaba no sólo de custodiar al durmiente, sino también de suministrarle a tiempo, vía intravenosa, un somnífero para mantenerlo inconsciente: los frascos vacíos inundaban la habitación.

Al ver a los intrusos, la mujer se levantó de la silla y apuntó el arma hacia ellos. Jack y McTerry se quedaron paralizados al verla debido a que no se lo esperaban, pero las hadas se acercaron sigilosamente hasta donde ella estaba y con un pequeño forcejeo, lograron arrebatarle el arma de las manos. Sin embargo, no pudieron evitar que un disparo se escapase del revólver, y tanto Jack como McTerry se arrojaron al suelo en un acto reflejo.

Jack se levantó enseguida y le pidió a su acompañante que le alcanzase la sustancia que debían inyectarle a Lord Barkley, mas este seguía tirado en el suelo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la bala había impactado al viejo McTerry en el pecho y que yacía inconsciente. Por si fuera poco, el anciano había caído sobre el morral que contenía el líquido de Aealia y este se había derramado. Por un instante, el pequeño héroe no supo qué hacer.

Sin embargo, su mayor destreza era quizá el poder conservar la calma en los momentos de mayor presión, por lo que retomó el control sobre sus emociones y trató de pensar en una forma de despertar a Lord Barkley. Intentó arrojarle un balde de agua, empujarlo de la cama, abofetearlo, pero el estupefaciente que la mujer le había suministrado era muy fuerte.

Las hadas comenzaron a alarmarse. Estaban recibiendo noticias de Onyria donde les indicaban que Lord Barkley había llegado al castillo de las hadas y estaba a minutos de destruirlo. A Jack sólo se le ocurrió una solución: matarlo. El único problema estaba en que él nunca había asesinado a nadie y esto le traía un conflicto moral. No obstante, estaba decidido a hacerlo, por lo que tomó el revólver que le habían quitado a la mujer y, nerviosamente, apuntó hacia el cuerpo dormido.

Ya se disponía a apretar el gatillo cuando alguien le interrumpió. "¡No manches tus manos, Jack!", le dijo con mucho esfuerzo McTerry, quien empezaba a recobrar la consciencia. "Yo me encargo de eso", agregó mientras tomaba con sus manos la pistola.

El anciano apretó el gatillo y, poco después, se desplomó nuevamente al suelo. Esta vez, muerto.

Los restos de McTerry fueron transportados por las hadas hasta Onyria, donde se le rindió tributo póstumo como héroe. Jack Strauss fue, de igual forma, homenajeado por los habitantes de esa región y, como agradecimiento por su valor y disposición a ayudarlos, le otorgaron la habilidad de poder soñar con lo que él quisiera en cualquier momento y, además, le abrieron las puertas a Onyria para que regresase cuando él quisiese.

Lamentablemente, en el mundo real nadie supo que Jack Strauss les salvó sus sueños.